Recuerdo el día que supe que estabas usando una app de
citas a escondidas. Lo primero que sentí fue una presión, como si la Gravedad me
hacía chiquito y el mundo me devoraba.
No sé si tenga el vocabulario suficiente para
describir un corazón roto, pero debo admitir que ese fue un gran quiebre
interior. Traté de hablarlo en persona, pero siempre decías que no era el
momento, que te dolía la cabeza, que tenías que irte, que era tarde, que mejor
otro día. No te daban ganas de conversar conmigo sobre la relación, pero sí
hablabas de nosotros con gente de internet que no conocías.
Extraño. Tal vez no tanto.
He notado que surge cierta complicidad y confianza en amistades virtuales, personas que nunca, presumiblemente, vamos a conocer. He tenido mi cuota de amigos por internet, gente con la que puedes contar más que alguien cercano, pero hasta el día de hoy ninguno perdura. Quedaron en MSN, Skype o en un correo que ya no recuerdo la clave.
Acepto que a tu pareja no le cuentes todo, yo tengo
como base hacerlo y siempre doy la confianza para ello. Lo prefiero, aunque duela.
Ya es sabido que una traición me duele más, como, por ejemplo: pactar
encuentros sexuales con terceros sin mi conocimiento.
Quise conversarlo por teléfono. “No, no puedo hablar
porque hay gente que puede escuchar”.
Bueno, por chat.
Hablar contigo por chat sobre algo que haces mal es
dar todo vuelta para que al final sea mi culpa.
Todo lo que pasa en la relación me lo gané porque fui
desinteresado en algún momento, porque contesté tarde, porque respondí mal, porque
no quise ir a tal lado. Tus mentiras y noches de Grindr son mi culpa. Ese fue
el veredicto en cada momento que saqué el tema. Cosechando lo que sembré.
Después de aquella conversación incómoda dijiste que
dejarías ese mundo “por nosotros”. Confié en ti.
Volviste a bajar la app y tenías chats calientes con gente
X y mandabas tus fotos desnudo.
“No, si no me junto con nadie”, “es solo chat, nada más”.
Pero en qué quedamos, declaramos ser una pareja monógama. Calentar gente de una app con tus fotos sale de nuestro acuerdo, acuerdo que dejaste de respetar creyendo que yo no me iba a enterar. Porque esa era tu estrategia, hacer lo que quisieras total yo no tenía forma de saberlo. Yo, el que se iba a dormir temprano con el corazón contento mientras tu festinabas agregando minos a Instagram.
Yo sé que hay cierta vanidad y narcisismo en querer ser
popular, tener muchos seguidores. Todos queremos eso de cierta manera, pero de
ahí a agregar a todos los gays de la ciudad a tu Instagram, después de haberles
calentado la sopa, haberles prometido una cantidad de morbos por realizar sin
que tu pololo se entere. Hay una distancia, según yo.
Sí, una relación abierta es una posibilidad, pero tienen
que participar los dos. No solo tú.
“No, es que yo sé que tú no hubieras querido”.
Entonces termina la relación y vive tu calentura a
full, cuál es la idea de tenerme ahí calentando la cama mientras te sacas las
ganas con otros y conmigo un besito en la frente y a dormir.
Borraste la app.
Pasaron unas semanas y me enteré que no solo tenías
Grindr, sino que también Badoo y Tinder.
Increíble como te incomoda hablar conmigo sobre estas
cosas, pero no te da vergüenza andar de soltero por internet. No se te arruga
nada, sin pudor. Un poco de respeto por el vinculo monógamo que formaste, solo
pido eso.
¿Podría tener una relación abierta? Creo que sí, vivir
juntos experiencias que nos alimenten y hagan crecer en cuanto a confianza está
dentro de mis posibilidades. Pero nunca tuve esa oportunidad. Viviste una
relación abierta estando conmigo, pero sin mí. Sin embargo, todo eso es mi
culpa cada vez que se habla el tema.
Volviste a decir que tenías ganas de bajar la app,
pero que no lo harías, porque estabas conmigo y no lo ibas a hacer.
Lo hiciste.
A estas alturas empiezo a dudar sobre mi postura. Tal
vez yo estoy mal, tal vez estás en todo tu derecho a hablar de fetiches y
mandarle fotos a chicos de la ciudad mientras yo estoy cuidando a mi abuela o
durmiendo solito porque no viniste a verme. Tal vez no debo pedir tanto. Será
que soy un inconsciente. Ya sé que no somos dueños del otro, pero tal vez fui
posesivo al pedir reciprocidad. Cuando pregunto si estás hablando con alguien,
dudo de mis intenciones al querer saberlo, ¿estaré mal?
Solo sé que mi corazón está triste. Me siento
basureado.
Amigos no te faltan, además participas o eres miembro
de cuanto club, organización o agrupación se pueda nombrar.
¿Qué más te falta?
Y sigo sin comprender cuál es la razón de estar todo
el día y noche en Grindr teniendo a alguien que te quiere y está pendiente de ti,
pero que solo recibe las sobras de las ganas que gastas en perfiles virtuales.
Cuál es la razón para mantenerme ahí en el camino de
las migajas y cuando voy llegando es mi culpa por haber tardado.
“Lo hago porque estoy aburrido”.
¿Y por qué no me aburro yo?
¿Por qué no puedo dejarlo todo y seguir mi vida?